Está por cumplirse un año desde que los talibanes retomaron el control de Afganistán y todavía no está claro cómo van a gobernar o a ser aceptados en la escena mundial. 

Parece que los talibanes pueden ser más draconianos de lo que se predijo en un principio. No solo continúa la opresión de las minorías religiosas y étnicas, sino que, a pesar de las promesas iniciales, a las mujeres todavía no se les permite ir a la escuela más allá del sexto grado.

Tampoco se les permite trabajar o viajar sin una escolta masculina. Estas son algunas de las razones por las que los gobiernos no han reiniciado la ayuda financiera y material a Afganistán.

La educación de las mujeres en Afganistán tras el regreso de los talibanes

Sin cumplir sus promesas

Cuando los talibanes tomaron el poder en agosto de 2021, anunciaron que se suspendería la educación para niños y niñas más allá del sexto grado, pero que se reanudaría después del año nuevo afgano, es decir, el 23 de marzo de 2022.

Los talibanes afirmaron que necesitaban tiempo para revisar el plan de estudios para que reflejara mejor los valores islámicos. Y también para crear uniformes escolares para las mujeres, aunque dejaron claro que solo las mujeres podrían impartir clases femeninas

El propio 23 de marzo de 2022 los dirigentes talibanes anunciaron que no se abrirían escuelas para niñas. Muchas niñas de todo el país habían ido a la escuela ese día entusiasmadas por la reapertura de las escuelas, sólo para descubrir que su escuela estaba cerrada.

Un problema de muchas décadas

La cuestión de la educación pública (no religiosa) de las mujeres ha sido un problema durante muchas décadas en Afganistán y forma parte de un debate más amplio sobre el papel de las mujeres en la sociedad afgana en general.

En los últimos veinte años, durante la época de la presencia internacional en Afganistán, parecía haber un gran progreso de las mujeres en Afganistán y de su papel en la sociedad afgana.

Es cierto que más mujeres asistieron a la escuela y que se permitió a las mujeres desempeñar trabajos que antes se consideraban sólo apropiados para los hombres: periodistas, juezas, médicas, personalidades de la televisión.  

Pero este progreso puede ser más una ilusión que un hecho. Afganistán es un país conservador en el que todavía se valoran y practican formas de vida tradicionales. Más del 70% de los afganos siguen viviendo en las zonas rurales, donde se mantienen los modos de vida tradicionales. Los talibanes representan estos valores.

Esperanzas de cambio, a largo plazo

Las creencias tradicionales sobre el papel restrictivo de la mujer son fuertes en muchos afganos tradicionales, incluidos los conservadores religiosos. También se encuentra entre los afganos que viven en sociedades tribales.

Es esta creencia, en parte, la que ha llevado a los funcionarios talibanes a prohibir las escuelas para niñas más allá del sexto grado. A pesar de esto las limitaciones a la libertad de las jóvenes están empezando a cambiar, especialmente las de la clase alta urbana.

El valor de la educación, tanto para los hombres como para las mujeres, está creciendo en Afganistán. Hasta el punto de que muchos de los dirigentes talibanes tienen hijas que van a la escuela, ya sea en escuelas privadas secretas o en el extranjero.

Muchas de las familias de los dirigentes talibanes viven en el extranjero, en Pakistán o en otros países islámicos, especialmente en Qatar, para que sus hijas puedan ir a la escuela.

Sin embargo, Afganistán sigue siendo una sociedad mayoritariamente rural y conservadora en la que se espera que las jóvenes permanezcan recluidas, una práctica conocida como Purdah. Como resultado, el gobierno talibán sigue aislado del reconocimiento internacional y los afganos siguen sufriendo.

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